Los pedidos de acceso a la información pública, un derecho que se ha ido expandiendo y moldeando en las últimas décadas, son una valiosa herramienta periodística y muchas veces juegan un papel clave en el desarrollo de nuestras investigaciones.
Es evidente que estas solicitudes no pueden ser nuestro único recurso. En el mejor de los casos, en general lleva tiempo obtener una respuesta, y en ocasiones la contestación que tanto esperamos ni siquiera nos sirve para nuestra investigación. Así que lo primero que es necesario preguntarnos es si existe una forma de acceder a la información que buscamos por otra vía que sea más rápida.
¿Es realmente indispensable realizar una solicitud de acceso? Quizás esa misma información que buscamos ya está subida al sitio web del organismo que queremos pedir, o tenemos una fuente allí que nos puede proporcionar más rápido lo que estamos precisando.
Además, debemos saber con claridad dónde está la información que estamos pidiendo. Tenemos que poder discernir qué organismo es el que tiene aquellos datos que estamos buscando.
En caso de que consideremos pertinente presentar nuestra solicitud, tenemos que analizar cuál es la mejor forma de hacerlo. Esto variará mucho en función del país en que nos encontremos (siempre y cuando exista una ley que legisle acerca del acceso a la información pública) y el organismo al cual queramos hacerle la petición.
Muchas oficinas públicas cuentan con formularios en sus propios sitios web, o incluso hay plataformas gubernamentales que permiten hacer lo mismo. En caso contrario, será necesario apersonarnos con una carta. En mi país, Uruguay, utilizo este modelo del Centro de Archivos y Acceso a la Información Pública. Considero que puede ser adaptado perfectamente a otros países, por ejemplo, cambiando todo lo referente a la legislación local.
Una cosa importante es que una vez que logramos ingresar nuestro pedido, podamos obtener algún tipo de documentación o registro que certifique que hemos ingresado el trámite. Esto será especialmente importante si el día de mañana se vencen los plazos de respuesta.
Cuando curso una petición de forma física, siempre llevo dos copias de la carta, para que me sellen una como evidencia. A la hora de realizar las solicitudes online, es posible que los propios sitios web de los organismos tengan una respuesta automática. En caso contrario –porque no siempre contamos con tan buena voluntad de las oficinas públicas– considera enviar un correo electrónico dando cuenta al organismo que presentaste tu solicitud. Cualquier respuesta que no desmienta tu aviso podrá ser utilizada en tu favor en el futuro.
Es importante saber además si en estos casos se genera un número de expediente o algún link para hacer seguimiento a nuestra solicitud de forma online. A la hora de ingresar el pedido de forma física, pregunta cuál será su número de expediente. Luego, ante la falta de respuesta, revisar o llamar por teléfono a la oficina pública preguntando por ese número, por liviano que parezca, puede facilitar el curso de nuestro pedido.
Antes de realizar la redacción de nuestra solicitud, en una primera instancia debemos definir qué es exactamente lo que queremos. Un buen ejercicio es redactar esto previamente. Esto es especialmente importante a la hora de definir qué estrategia vamos a tomar en la redacción.
A grandes rasgos es posible tomar dos caminos ante esta situación. El secreto es saber cuándo usar cada uno, en función del destinatario de nuestra solicitud:
¿Somos un periodista novato, un investigador discreto o consideramos que lo que estamos solicitando no levanta la más mínima sospecha del artículo que vamos a publicar? Entonces vamos a pedir exclusivamente la información que buscamos, de la forma más precisa y específica posible.
¿Tenemos ya una trayectoria reconocida? ¿La solicitud está hecha a nombre de nuestro medio? ¿Consideras que alguna jerarquía de la oficina pública a la que le vamos a realizar la solicitud puede suponer que al entregar esa información le esperará un artículo lapidario con su gestión? En estos casos, quizás sea mejor licuar un poco nuestro pedido, por ejemplo, exigiendo los datos que buscamos y otros más que quizás no necesitamos, de forma de despistar un poco al organismo.
Por ejemplo, si sabemos que los gastos en viáticos de viajes de un ministerio fueron exorbitantes en 2018, quizás sea bueno pedir los datos, especificados por año, de 2016, 2017, 2018, 2019 y 2020. Este mecanismo incluso nos puede dar más contexto de la magnitud excepcional que tiene el dato específico que estamos buscando.
Pero aun cuando utilizamos este mecanismo, debemos tener especial cuidado en obtener lo que realmente buscamos, utilizando una redacción precisa, que incluya nuestro objetivo, y también algunos otros datos para despistar.
Tenemos que tener claro que en las solicitudes no podemos plantear preguntas abiertas. Formulaciones como “¿Con qué criterios el ministerio pide viáticos?”, “¿Cuáles son los viáticos más altos?” o “¿Quiénes utilizan los viáticos?” posiblemente darán lugar a respuestas ambiguas que no nos serán de mucha utilidad.
Aunque no necesariamente sea así, debemos partir de la base de que posiblemente haya una cuota de mala fe en el organismo al que le realicemos el pedido. De ahí la importancia de ser precisos.
Nuestro pedido ya fue cursado, los plazos –si es que existen– se vencieron y no tenemos respuesta alguna o lo que nos han contestado resulta a todas luces insuficiente. Entonces es tiempo de tomar acciones al respecto.
Quizás en tu país exista un organismo que actúe como regulador ante las solicitudes de acceso a la información pública. Si consideras que es confiable e imparcial, la primera medida que podemos tomar es presentar una denuncia allí. Aunque el dictamen que tome ese organismo pueda ser no vinculante, su expresión puede servirnos para futuras gestiones.
No hay que descartar utilizar las redes sociales en nuestro favor si el silencio o la negativa del organismo lo amerita. Una mención pública a la situación quizás pueda acelerar la respuesta, o también puede ser una auténtica declaración de guerra. Habrá que ser cauteloso con la redacción que tomemos.
La última instancia es recurrir a la Justicia. En algunos países la legislación prevé acciones judiciales gratuitas pero en otros tiene un costo que deberá correr por cuenta del periodista. En estos casos, quizás puedas buscar algún tipo de financiación o asesoramiento jurídico en organizaciones de la sociedad civil que promuevan derechos de libertad de expresión o de acceso a la información.
Ante una situación judicial, asistir con un pronunciamiento favorable del organismo regulador puede ser clave.
A la hora de realizar nuestro reportaje, es importante aclarar que accedimos a la información mediante una solicitud de acceso a la información. Es una forma de mostrar, no ya únicamente que debimos hacer un trámite para acceder a la información, sino que se trata de un valor agregado que le hemos dado a nuestro trabajo.
Para sustentar tus investigaciones no temas compartir la respuesta a tu pedido de acceso a la información. Se trata de un documento público, que tiene mucho más fuerza como evidencia que la declaración de cualquier jerarca.
Por último, ten cuidado con lo que hace con tus datos el organismo al que le presentas tu solicitud. Es importante que brindes todos los datos que te exige la normativa, pero también es una práctica común de muchas oficinas públicas, ya sea por negligencia o también por mala fe, hacer públicos los datos personales de los periodistas que realizan los pedidos de acceso, al publicitar las respuestas.
Si te ocurrió eso deberás exigir su retiro inmediato. Posiblemente en tu país exista una ley de protección de datos personales y eso eventualmente podrá servirte para impugnar el hecho.
De esto se desprende otro tema que no es menor. Muchos organismos publican abiertamente las solicitudes de los periodistas o de cualquier ciudadano que cursa un pedido de acceso. Así, nuestras exclusivas corren riesgo al realizar este tipo de pedidos. Por eso, intenta respetar el trabajo de tus otros colegas.
Si encuentras respuestas a otras solicitudes que te interesen, procura saber quién fue que las realizó y con qué fines. Y si te topas con una solicitud de otro periodista, no utilices esa información; concédele la prioridad para que realice su trabajo. Incluso, quizás hasta puedas ayudarlo y consigas un aliado para el futuro.
Este artículo fue publicado originalmente en CONNECTAS y es reproducido aquí con permiso.
Imagen de Scott Graham en Unsplash.
ijnet.org