Navegar la guerra y la desaparición de las libertades en Rusia: el caso de la ROMB

Publicado por Devin Windelspecht
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Cuando Rusia invadió Ucrania en febrero de 2022, ROMB, un medio ruso afincado en Berlín, se encontró en aguas desconocidas. Si bien el equipo administrativo de la redacción tenía su sede en Alemania, en aquel momento el equipo editorial y todos sus freelancers se encontraban en Rusia.

En septiembre de ese año, cuando el Presidente Vladimir Putin anunció la «movilización parcial» de reservistas, los periodistas varones de la plantilla de ROMB que seguían en el país se exiliaron. El lenguaje en torno a la movilización era lo suficientemente amplio como para que pudiera interpretarse que se aplicaría también a quienes estaban fuera de las reservas, lo que ponía a los redactores de la ROMB en riesgo de ser reclutados.

«Tuvimos que trasladar a los miembros de nuestro equipo para que no fueran reclutados y enviados a la guerra», dice Sveta Dyndykina, codirectora de Vereinigung für die Demokratie, la ONG que gestiona ROMB.

El equipo editorial de la publicación se ha ido a Alemania, Georgia, Kazajstán y Turquía. Hoy trabajan también con freelancers que siguen en Rusia para grabar videos en torno a las consecuencias de la guerra en Ucrania y la represión de las libertades, entre otros temas, todo ello en medio del colapso casi total de los medios independientes.

«Nos dimos cuenta de que había una necesidad: coberturas desde Rusia, que cuenten las historias de los rusos de a pie», explica Dyndykina.

Así es como cuentan esas historias.

Seguridad en el exilio

Desde el comienzo de la invasión, la seguridad de sus redactores y freelancers se ha convertido en la principal preocupación de ROMB.

«El mayor problema era garantizar la seguridad, porque implica distintos aspectos. Cuando pienso en seguridad, me refiero a la física, pero también a la legal, a la financiera y a la psicológica», explica Dyndykina. «Una cosa de la que nos dimos cuenta fue que necesitábamos un enfoque más sistemático que no solo cubriera al equipo editorial, sino también a los freelancers que trabajan para nosotros».

ROMB consultó a expertos en seguridad física y digital para revisar los protocolos existentes y desarrollar otros nuevos, e incorporarlos en toda la organización. Crearon situaciones hipotéticas que servirían de base a una guía sobre qué hacer en caso de que un freelance fuera detenido o sufriera daños. Establecieron nuevas directrices para sus trabajadores en Rusia, como las precauciones que debían tomar al informar sobre una protesta contra la guerra. El equipo también contrató a un responsable de seguridad.

«Cuando trabajas como periodista en Rusia, no hay temáticas seguras. Aunque creas que no necesitas seguir el protocolo estricto, las llamadas fuerzas del orden pueden opinar distinto. Por eso seguimos protocolos muy estrictos», afirma Dyndykina.

Como parte de su trabajo en pos de la seguridad, ROMB ha dado prioridad al bienestar psicológico del equipo.

«Los que se quedan en el país y trabajan desde allí se sienten abandonados. Y los que abandonaron el país, tienen sus propios problemas», señala Dyndykina. «Algunos están deprimidos, otros acaban de perder a alguien o todavía están descubriendo el lugar de acogida. Otros han cambiado de país varias veces porque no encuentran un lugar seguro».

Los medios en el exilio deberían abordar de frente el costo psicológico de trabajar siendo exiliado, observa Dyndykina. Deben crear un «clima de accesibilidad» en el que el staff se sienta abierto a hablar con los directivos sobre la necesidad de ayuda, y hacer una lista de profesionales a los que puedan acudir. «¿Hay psicólogos que sepan cómo trabajar con un periodista o con personas traumatizadas? ¿Hay especialistas así que hablen en tu idioma?».

Dado que el equipo trabaja a distancia en varios países, ROMB ha empezado a celebrar reuniones anuales presenciales con su staff y el «núcleo» de colaboradores. La posibilidad de reunirse en persona es vital, afirma Dyndykina. Ofrece la oportunidad de discutir y resolver cualquier tensión personal entre los miembros del equipo, así como de abordar los sentimientos de ansiedad, depresión y agotamiento cara a cara y no a través de la computadora.

Las reuniones en persona también ofrecen la oportunidad de mantener al equipo en su misión. «Puede que ahora quienes están en el exilio y quienes están en Rusia se enfrenten a desafíos o riesgos diferentes. Pero seguimos haciendo lo mismo. Tenemos objetivos comunes. Nos aseguramos de que los valores y los objetivos sean los mismos», explica Dyndykina.

«Lo más importante es la confianza. También es cómo se crea la confianza, cómo se mantiene, cómo se refuerza».

Inspirado por el éxito de medios como Now This y AJ+, el objetivo de ROMB es informar sobre Rusia para el público ruso a través de videos breves y adaptados a las redes sociales.

Para ello, hoy ROMB depende principalmente de subvenciones y donaciones. Como su audiencia es predominantemente rusa, no puede contar con ingresos publicitarios para cubrir gastos: YouTube, la principal plataforma de publicación de ROMB, ha suspendido la posibilidad de que los creadores de contenidos ganen dinero con los espectadores dentro del país.

La redacción también produce documentales más largos que cubren las historias de los rusos de a pie, incluidos los rusos no étnicos de las «regiones nacionales» del país, que viven sus vidas en un Estado cada vez más autoritario. Esto también sirve como fuente de ingresos ya que ROMB produce documentales para otros medios por una tarifa. Se trata de un nicho específico que el equipo y su red en Rusia están bien preparados para cubrir.

Por ejemplo, Channel 4 News UK encargó a ROMB la producción de un documental sobre tres familias rusas en su búsqueda de la verdad sobre cómo murieron sus hijos, maridos y hermanos mientras luchaban por Rusia durante la invasión de Ucrania.

 

Documentary
Captura del documental de ROMB «Adiós, Navalny.»

 

La colaboración con Channel 4 y otros medios no solo llevó los contenidos de ROMB a una audiencia aun mayor. También les ha permitido diversificar por primera vez sus fuentes de ingresos. En 2023, el 12% del presupuesto del medio correspondía a proyectos comerciales, según Dyndykina. Y espera alcanzar el 20% en 2024.

«Me estoy acercando a otras grandes publicaciones o productoras internacionales y diciendo: ‘podemos hacer esto, a un nivel de calidad muy alto. Hagámoslo juntos. Encárguennos, lo haremos'».

Impulsar el impacto

La audiencia de ROMB está dentro de Rusia. Sin embargo, hacer llegar la información a la población del país es más difícil que nunca.

Las autoridades rusas han puesto en marcha restricciones como el registro de «organizaciones indeseables«, que, entre otras medidas, puede enviar a la cárcel incluso a quienes ofrezcan entrevistas a un medio «indeseable», y prohibir críticas al Kremlin. Otros medios han sido bloqueados dentro de Rusia, obligando al público a recurrir a las VPN.

En un entorno así, mostrar que la gente ve contenidos que son críticos con el gobierno ruso puede considerarse un impacto medible, afirma Dyndykina. «Lo más fácil es mirar las cifras. Mirar las cifras de audiencia, mirar la geografía. Fíjarse en las ciudades, no solo San Petersburgo y Moscú», señala. «Queremos informar desde las regiones nacionales; también queremos que la gente de otras regiones que nos conciernen nos lea».

En un país donde las estructuras autoritarias dificultan el alcance e impacto de la información a nivel societal, ROMB se enfoca en las vidas individuales. Sus videos, por ejemplo, han ayudado difundir los problemas a los que se enfrentan sus protagonistas. «Hacemos un seguimiento de los cambios en la vida de todos los protagonistas», explica Dyndykina. «Sabemos que en varios casos ya nuestras historias se convirtieron en un salvavidas».

Dyndykina destacó una serie acerca del VIH entre los jóvenes en Rusia. Una de las protagonistas, una joven de 18 años que se negaba a tomar su medicación, se animó a unirse a un grupo de apoyo tras la publicación del reportaje. «Se enteró de que existe algo, incluso en Rusia, que apoya a los adolescentes, porque participó en nuestro video», cuenta Dyndykina. «Le cambió la vida».

A los periodistas que empiezan un medio de comunicación en el exilio, Dyndykina les recomienda que primero hagan un inventario de los recursos con los que cuentan y se pongan en contacto con otros periodistas exiliados que puedan aconsejarles desde su experiencia.

Sobre todo, es importante que identifiquen desde el principio quién es su público.

«Decidan en primer lugar quiénes son», dice Dyndykina. «Y para quién van a informar».

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