Para los periodistas de China, el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo, cubrir temas medioambientales es esencial. Exponer las prácticas destructivas del país puede influir en el gobierno para que adopte alternativas de energía renovable y estrategias de mitigación del carbono, entre otras soluciones para el cambio climático. Sin China a bordo, será difícil que el mundo alcance los objetivos climáticos globales establecidos en el Acuerdo de París.
Sin embargo, el restrictivo clima político del país amenaza la sostenibilidad del periodismo medioambiental. En los últimos años, funcionarios del gobierno chino han puesto fin a los esfuerzos informativos a través de la censura, al tiempo que la confianza del público hacia los periodistas ha decaído.
Hablé con tres reporteros de China continental y Hong Kong para entender mejor cómo la censura y las amenazas a su seguridad física afectan su cobertura de la crisis climática y otros temas medioambientales.
De acuerdo con X*, los ciudadanos de la República Popular China eran, hasta hace tan solo 10 años, receptivos a la lectura de noticias sobre medio ambiente, incluso si eso significaba exponer las prácticas contaminantes del gobierno.
La protección del medio ambiente y la lucha contra la crisis climática solían ser una prioridad para el Partido Comunista Chino. «Hace 10 o 15 años, había brillantes ONG medioambientales. Había más preocupación por el uso de bolsas de plástico y la contaminación atmosférica», cuenta el periodista. «Había mucha aceptación de estos temas en la agenda».
Sin embargo, hoy en día hay poco espacio para investigar cuestiones medioambientales en el país. «Los periodistas se enfrentan a riesgos y amenazas reales por parte de diferentes tipos de actores, incluidas las autoridades locales y el gobierno central», dice X.
El aumento de la censura gubernamental ha reprimido la cobertura. Los periodistas que informan sobre medio ambiente y asuntos relacionados con el clima suelen ser tachados de traidores, al igual que otros periodistas críticos con las políticas del gobierno.
El gobierno también obstaculiza los esfuerzos para informar sobre la crisis climática, dice el reportero medioambiental chino Chen Zhou. «Los funcionarios piensan en distintas maneras de poner más obstáculos para que no podamos conseguir suficiente información ni escribir historias detalladas», dice, y añade que los intentos de combatir la censura son reprimidos frecuente e inmediatamente. Esto deja «casi sin espacio cualquier trabajo de investigación sobre temas medioambientales en China», explica Zhou.
La censura se ha expandido más allá de la China continental y ha llegado a Hong Kong, donde la libertad de prensa ha declinado desde que Pekín adoptó su Ley de Seguridad Nacional. «Antes de 2019, cubrir medio ambiente no era peligroso. No me preocupaba demasiado cuando trabajaba», afirma Y*, afincado en Hong Kong. «Pero ahora la situación es realmente mala. Todo el sector ha experimentado una importante contracción».
Este periodista dejó de informar sobre temas medioambientales tras la aprobación de la Ley de Seguridad Nacional, por temor a represalias.
La manipulación estatal del ecosistema mediático ha intensificado los obstáculos a los que se enfrentan los periodistas en China.
Los intentos de sacar a la luz las actividades destructivas empleadas por el gobierno suelen ser tachados de teorías conspirativas. Las políticas autoritarias que difunden desinformación ultranacionalista también complican los esfuerzos de los periodistas por mantener informadas a sus comunidades.
«Hay tanta desinformación, noticias falsas y teorías de la conspiración que los lectores y los inmigrantes en China hoy en día se preocupan muy poco por las cuestiones ambientales o sus efectos. Las ven como una mentira», afirma X.
La cobertura de las prácticas contaminantes se suele tachar de propaganda occidental: noticias enemigas que pretenden sofocar el crecimiento económico, explica el periodista. Muchos ciudadanos interpretan las intenciones de las investigaciones como ataques personales, que intentan disminuir sus beneficios económicos y perturbar sus negocios. «A la gente no le gustan las intenciones de los periodistas medioambientales», dice.
La desinformación no es la única amenaza. Zhou experimentó de primera mano el acoso que las autoridades locales han impuesto a quienes hacen ese trabajo. Mientras visitaba la ciudad de Quanzhou, en el sureste del país, para investigar una fuga tóxica de productos petroquímicos para Caixin Global, cuatro policías irrumpieron sin previo aviso y le exigieron que se identificara mientras registraban la habitación.
Sin embargo, ese traumático encuentro es incomparable con lo que han vivido otros periodistas, dice Zhou, señalando que algunos han desaparecido o han sido condenados a varios años de prisión. «En China los reporteros están siempre bajo una sombra de incertidumbre porque no tienen idea de las amenazas a las que se enfrentan», dice.
Aunque ahora reside en Canadá, a Zhou le sigue preocupando la respuesta del gobierno chino a su trabajo. «Como mis parientes se encuentran en China, el gobierno puede seguir controlándome», señala.
El futuro de la información medioambiental en China parece sombrío, ya que el poder de las autoridades es cada vez más fuerte.
La combinación de censura y desinformación paraliza la información sobre medio ambiente. Al mismo tiempo, el país se encuentra cada vez más inmerso en lo que X llama un «círculo vicioso», en el que el debate público sobre la verdad —incluso cuando el tema es tan indiscutible como el deterioro del medio ambiente— obstaculiza los esfuerzos para abordar la crisis climática y la infraestructura contaminante de China.
«Lo que temo es que, como las historias sobre medio ambiente no reciben mucha atención, los periodistas no quieran meterse en este mundo porque no es tan gratificante. Y, como consecuencia, habrá menos coberturas», dice.
Así, para restablecer la confianza de los ciudadanos chinos en su trabajo, los periodistas medioambientales deberían enfocar sus historias en los efectos de los desastres y la contaminación en las comunidades. Abordar los temas desde un punto comunitario y humano puede resultar más aceptable para los lectores y tiene más potencial para resonar frente a la desinformación generalizada.
A pesar de los riesgos para su seguridad y de los retos que plantea la propaganda del gobierno chino, es esencial que los periodistas medioambientales sigan informando. Mientras los científicos advierten de la rápida subida del nivel del mar, del calentamiento atmosférico sin precedentes y de los daños irreparables que sufre el medio ambiente, hoy es más vital que nunca exigir a los gobiernos que rindan cuentas sobre las emisiones y la contaminación.
Si no se informa sobre clima en países muy contaminantes como China, la transparencia se desploma en todos los ámbitos, y el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 °C se hace más difícil de alcanzar.
* Estos periodistas prefieren no dar sus nombres por razones de seguridad.
Imagen de William Zhang en Unsplash.
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