La crisis silenciosa. Humanidades y universidad

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Cuando una realidad social atraviesa una situación difícil y compleja, en seguida se puede constatar en ella, un olvido colectivo creciente que crece y se devora inmisericordemente pedazos enteros del pasado (memoria) de un pueblo, con el objetivo de instalarlo en un presente efímero. Ocurre una lobotomización masiva. Así acontece en “todo el mundo” y las causas de esta tragedia son muchas. Así lo expresa la historiadora Carmen McEvoy, en un artículo publicado en el diario El Comercio de Lima (2-10-22) en el que da cuenta del olvido colectivo de sus historias y de la incapacidad para distinguir la mentira de la verdad de algunas poblaciones (como la nuestra). Para buscar respuestas a esta problemática situación recurre a Martha Nussbaum.

Efectivamente, a Martha Nussbaum, le preocupaba (expuso sus ideas en varios libros, especialmente en: Sin fines de lucro. Katz. 2010 y Cultivando Humanidad. Paidos-Iberica. 2005) la crisis mundial de la educación, consideró a ésta una crisis silenciosa, que genera una sociedad democrática enferma y una de las causas de esta situación, lo dice sin duda (según resumen de McEvoy), es el “paulatino abandono de una experiencia intelectual que, por siglos, se sirvió de las humanidades para desarrollar aquellas habilidades que una sociabilidad democrática requiere”. Es decir, se ha impuesto en el mundo, la concepción de la educación como herramienta para el crecimiento económico y el desarrollo de una educación liberal, utilitaria, con el objetivo fundamental de enseñar a los estudiantes a ser económicamente productivos. Lo importante es (y seguimos repitiendo) aquello que prepara para la profesión o el trabajo, estamos obsesionados en adquirir habilidades rentables, y solo eso.

La crisis silenciosa avanza y consigue resultados cada vez más amplios y profundos, en la medida que erosiona las capacidades de crítica a la autoridad, de sentir compasión por las gentes diferentes, vulnerables, minoritarias y marginadas. Se carece de una “reflexión sensible” sobre la equidad, los accesos y oportunidades a la calidad de vida de la población pobre y campesina. La educación que hoy se imparte, es un obstáculo para analizar los problemas globales complejos. Sin embargo, este sombrío panorama se explica, por el “recorte significativo” en el ámbito de la educación, en todos los niveles educativos, de las artes y las humanidades con su correlato, la pérdida de las habilidades y competencias para escribir y hablar, habilidades asociadas a las humanidades, lo que pone en riesgo la salud de las democracias y las esperanzas de un mundo basado en el respeto mutuo entre los humanos, pues en el mundo de hoy sobrevaloramos la ciencia y la tecnología, de igual modo la educación como herramienta de la economía y cultivamos habilidades aplicables a la producción y a la globalización económica, que preocupan -sobremanera- a los líderes y dirigentes del mundo.

El ¿Qué Hacer? de Nussbaum. Ante la crisis silenciosa, lo primero, es la reconexión de la educación con las humanidades, para formar ciudadanos del mundo, ciudadanos globales. Una reconexión que exige tres capacidades ligadas al arte y a las humanidades: Capacidad de autoexamen; capacidad de verse a sí mismo como ser humano interdependiente; e imaginación narrativa (empatía), para comprender el significado de los sentimientos del otro, sus deseos, expectativas y sus logros. En la medida que se desarrollan estas capacidades se va construyendo un ciudadano del mundo.

Podemos aprender la empatía, interesarnos por el otro, pero no funcionan los automatismos, hay que desarrollar experiencias para superar el egocentrismo y ampliar la capacidad para preguntarnos por el propio mundo interior y el de los demás.

¿Porque la democracia necesita de las humanidades? Nussbaum, de modo pertinente, razonable y equilibrado, entiende que la crisis silenciosa conduce a los sistemas educativos a desechar ciertas competencias y habilidades en beneficio de las que favorecen a la productividad, no es mala esta prioridad de la ciencia, la tecnología y la economía, pero de lo que se trata es evitar el colapso de las artes y la humanidades, herramientas básicas para una “democracia humana” que promueve oportunidades, respeto a la minorías, la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad de todas las personas.

La democracia necesita de ciudadanos empoderados y ciudadanos formados con una propuesta de educación moral que se imparte en la escuela y la universidad, basados en los enfoques, contenidos y aprendizajes hasta aquí señalados y que inciden en la formación democrática de niños y jóvenes.

Antes de finalizar, es pertinente señalar la idea de universidad de Nussbaum, a la que atribuye una contribución fundamental a la sociedad: la producción de un tipo de ciudadano, por ello, propone   renovar y restaurar la currícula de estudios superiores a través de un retorno a los saberes humanísticos basados en el respeto y cultivo del conocimiento en sus diversas formas, y la centralidad de los valores éticos y promoción de la libertad humana.

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