En las escuelas de periodismo se nos enseña que las 5 W —llamadas así por la traducción al inglés de quién, qué, cuándo, dónde y por qué— son esenciales para alcanzar los estándares mínimos de información en nuestras notas. Pero, cuando la cobertura es sobre niñez y adolescencia, tenemos que ser cuidadosos, alerta la periodista Graciela Galeano Ovelar. Responder al “quién” o “cómo” en casos de violencia contra menores de edad, por ejemplo, puede contribuir a su revictimización.
El 31 de mayo, el Foro Pamela Howard de Cobertura de Crisis Mundial del Centro Internacional de Periodistas (ICFJ) organizó una conferencia web con Graciela Galeano Ovelar para conversar sobre cómo avanzar hacia una narrativa sobre la niñez y la adolescencia menos sensacionalista y más centrada en sus derechos. Galeano Ovelar es editora general de El Otro País, además de periodista multimedia y productora en Latitud 25, ambos medios de Paraguay.
Para Galeano, quien a fines del año pasado fue distinguida como periodista amiga de la niñez y la adolescencia por Unicef y otras organizaciones, el primer paso hacia mejores enfoques es realizar un diagnóstico de nuestro propio trabajo. “Si bien podemos llevar trabajando años y lo hacemos con mucho profesionalismo, siempre podemos cometer errores”, dijo Galeano.
Galeano identifica cuatro errores recurrentes en las coberturas de noticias relacionadas a la niñez y la adolescencia. El primero es el sensacionalismo: los medios brindan muchos detalles sobre cómo ocurrieron, por ejemplo, casos de abuso contra menores de edad. Aunque responder ampliamente al “cómo” de un hecho de violencia puede generar tráfico hacia nuestros artículos, Galeano subraya nuestra responsabilidad de filtrar estos datos y evitar la revictimización de los menores.
El segundo error es la estigmatización. Cuando un niño comete un delito, por ejemplo, los medios destacan su comunidad de origen, grupo étnico o social, y nacionalidad. Estas noticias contribuyen a la estigmatización de grupos vulnerables. Para Galeano, el periodismo debe enfocar su cobertura en la responsabilidad de los adultos: ¿En qué falló el Estado y la sociedad para que estos menores no reciban la protección y herramientas que necesitan, al punto de cometer un hecho ilícito?
El tercer error identificado es la violación de la privacidad. Omitir el nombre del niño o solo usar sus iniciales no suele ser suficiente. La inclusión de imágenes de su casa, entrevistas a los vecinos o familiares, el nombre de su colegio o su ciudad pueden facilitar la identificación del menor de edad afectado. Incluso la difuminación del rostro de la víctima en un video de la agresión, no evita que esta sea identificada a través de otros rasgos físicos.
Finalmente, el cuarto error detectado por Galeano es omitir el consentimiento de los padres del menor de edad. La exposición irresponsable de los niños y las niñas no ocurre solamente en casos de violencia, sino también cuando se busca lucrar con la imagen del menor de edad en los medios de comunicación. Eso sí: Galeano subraya que, aunque se tenga el consentimiento de los padres, el periodista debe ponderar siempre si es necesario exponer los datos de los niños.
Entonces, ¿cómo narrar nuestras notas sobre niñez y adolescencia? Galeano brinda cuatro consejos para nuestra cobertura. La primera es tener un enfoque sensible. Para cumplir con nuestra labor periodística es necesario ser empático con la víctima. En el caso de menores de edad, evaluar cómo un titular o enfoque determinado pueden afectar el presente y futuro del niño.
Segundo, recurrir a fuentes confiables y verificar los datos. Debemos evitar basarnos solamente en información de redes sociales como Facebook o Twitter. A pesar de la premura por publicar la noticia, es importante consultar fuentes especializadas como personal de salud mental, defensores de derechos del niño o fiscales especializados. Para esto es útil tener a la mano una agenda con sus contactos y recordar que esta sugerencia aplica tanto a los reportajes como a las notas del día.
En tercer lugar, Galeano recomienda usar imágenes referenciales respetuosas. Las fotografías de eventos de violencia contra menores tienden a ser bastante crueles. Por dicho motivo, la periodista sugiere que —aunque es difícil de cumplir por falta de presupuesto y tiempo— instemos a nuestros jefes y compañeros de trabajo a buscar o desarrollar ilustraciones, o realizar sesiones fotográficas para tener imágenes propias que no hagan referencia directa a la violencia.
Por último, es necesario que conozcamos las normas y protocolos sobre los derechos de la niñez y adolescencia en nuestros países. Este conocimiento especializado también puede servirnos para incluir nuevos enfoques en nuestra cobertura: por ejemplo, la responsabilidad legal de una persona que conoce y no denuncia un caso de violencia, o cómo identificar señales de alerta de abuso en un niño. Para Galeano es crucial, siempre que sea posible, hablar de prevención en los medios.
No podemos olvidar que los menores son sujetos de derecho y los más vulnerables en la sociedad. Por eso, nuestra cobertura debe asegurar que los niños y las niñas siempre estén protegidos. Entre los ejemplos de enfoques periodísticos sobre esta temática, Galeano recomienda notas y reportajes sobre la importancia de denunciar casos de abuso, la revictimización de niños y niñas, y estadísticas sobre el uso de las líneas públicas de ayuda en casos de violencia.
Puedes ver el seminario online completo aquí:
Imagen de Susan Holt Simpson en Unsplash.