El periodista «todoterreno» y otras cuatro lecciones de mi estancia en The Economist

Publicado por Kemi Busari
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Cuando en abril me anunciaron como uno de los ganadores del Premio Michael Elliott del ICFJ, me emocionó ganar por fin un certamen al que me presenté por primera vez en 2018. Más aun, iba a pasar dos semanas en la redacción de The Economist en Londres como parte de un programa de desarrollo profesional cedido por premio.

Llegué a la oficina en junio con la cálida bienvenida de la asistente editorial Ketna Patel, el editor ejecutivo Daniel Franklin, el editor de África Jonathan Rosenthal y muchos otros. Durante las dos semanas siguientes, participé en casi dos decenas de reuniones individuales con personas de distintos departamentos para conocer su trabajo, asistí a reuniones editoriales y encuentros sociales, y escribí un breve artículo para la aplicación de noticias diarias Espresso de The Economist.

Durante este tiempo, me centré en las lecciones y prácticas que podría aplicar en mi trabajo como periodista. A continuación, lo que aprendí.

El periodista todoterreno

¿Prefieres ser un periodista especializado o un «todoterreno»? La mayoría del staff de The Economist votaría por lo segundo. El medio fomenta la movilidad entre departamentos y regiones. Por ejemplo, el editor de noticias de The Economist, Richard Cockett, ha sido corresponsal en Gran Bretaña, corresponsal en Centroamérica y el Caribe, editor de educación y editor de África, entre otras funciones, durante más de 20 años en el medio.

El director de The Economist en China, Roger McShane, afirma que los frecuentes movimientos del staff se deben a que la redacción cree en la necesidad de ampliar la visión del mundo de las personas. Los desplazamientos frecuentes no significan que los periodistas de The Economist no sean expertos en sus áreas: una redistribución típica a una nueva región o departamento comienza con «meses de investigación, establecimiento de contactos, creación de confianza y penetración en nuevos espacios», dice McShane.

Este enfoque muestra que se puede ser un experto en todos los oficios sin dejar de dominar otros. También supone una ventaja extra para las redacciones que utilizan un equipo reducido para lograr resultados significativos y maximizar el potencial de cada miembro del equipo. En The Economist, los periodistas pueden aportar ideas y contenidos sobre diversos temas.

El poder de la colaboración

¿Te has preguntado alguna vez por qué un artículo típico de The Economist no lleva firma? La respuesta es sencilla: el medio quiere que sus periodistas hablen con una sola voz y trabajen juntos para garantizar la publicación de las historias. «Sin embargo, la razón principal del anonimato es que consideramos que lo que se escribe es más importante que quién lo escribe». Franklin afirma que esta política también permite la colaboración entre periodistas y elimina la competencia indebida que pueda surgir con las firmas.

Le conté a Franklin de una práctica similar de un medio nigeriano, Sahara Reporters, que omite las firmas para proteger la seguridad de sus periodistas. Sin embargo, uno de mis amigos, periodista, no está de acuerdo con que el modelo de The Economist se importe al periodismo nigeriano. «A un periodista hay que pagarle lo suficiente para comprar su nombre», señala, en alusión a la escasa remuneración de los periodistas en Nigeria.

Los argumentos son válidos por ambas partes, pero la posibilidad de colaborar sin competencia sigue siendo, para mí, una ventaja convincente y una sólida justificación de este modelo.

Verifícalo

El departamento de investigación de The Economist se encarga de garantizar la exactitud de los datos incluidos cada texto. Dirigido por Chris Wilson, el equipo trabaja entre la edición y la publicación de un artículo y sus tareas incluyen la verificación de cifras, fuentes, enlaces y otros datos.

En los años que llevo en varias redacciones, he observado que la verificación suele ser una función de los redactores. En mi opinión, contar con un equipo especializado —separado de la redacción principal y ajeno a los juicios editoriales— que se encargue del tema reduce considerablemente la probabilidad de errores y sesgos.

Este método también hace que los periodistas estén más atentos. En el artículo que escribí para Espresso, de 160 palabras, incluí siete enlaces a modo de referencias. Wilson se apresuró a señalar que el proceso de investigación no consiste en buscar errores ni en culpar a nadie, sino en garantizar que la información no contenga errores. Cuando se deslizan errores, el periódico publica correcciones.

Conoce a tu audiencia

Aunque The Economist se rige por sus valores editoriales, un ingrediente clave de su éxito continuo es su capacidad para entender a su público y pensar en estrategias para servirle.

«Cuando escriban, piensen en el dentista de Nueva York como su público típico», dijo Patrick Foulis, editor de Exteriores, cuando nos orientó a Linda Ngari, ganadora del premio Elliott, y a mí sobre cómo escribir para The Economist. Esto significa que las historias están impregnadas de datos y análisis en lugar de interés humano y citas, adoptando una visión amplia de los problemas en lugar de una perspectiva estrecha e individualista.

The Economist adopta este enfoque porque su público no suele tener una conexión personal con el tema tratado y busca principalmente información clave, no detalles intrincados, sobre un tema determinado.

Separar la redacción del negocio

The Economist ocupa dos plantas: el equipo editorial está en una y el de negocios en la otra. Aunque se encuentran en el mismo edificio, los equipos funcionan por separado, no celebran reuniones juntos y en su mayoría desconocen los tejemanejes de cada subdivisión.

Aunque el periodismo necesita un modelo de negocio para sobrevivir y los responsables de las redacciones deben elaborar continuamente estrategias para mantenerse a flote, los profesionales también deben asegurarse de no comprometer los ideales editoriales en pos de la sostenibilidad.

De mi experiencia añado varias reflexiones adicionales: los miembros del equipo siempre asisten puntualmente a las reuniones y presentan argumentos constructivos e intelectualmente estimulantes. A pesar de la política «todoterreno», muchos periodistas son también expertos en sus campos. Hay un fuerte sentido de la cooperación entre todos, pero cuando llega la hora de jugar, juegan duro.

Un agradecimiento especial a la familia Elliott, al Centro Internacional para Periodistas (ICFJ) y a The Economist por esta oportunidad.


Imagen de StockSnap en Pixabay.

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