El 1ro. de Octubre apareció en las viejas y virreinales calles de esta tres veces coronada villa, el Diario de Lima. Su esforzado editor Jaime Bausate y Meza hizo realidad la circulación del primer cotidiano del Perú y América Latina, en una sociedad en extremo conservadora, acostumbrada a tomar conocimiento de hechos de interés público y de los otros, mediante los edictos del mandón de turno, cuando no del chisme y del rumor tan propios en los selectos asistentes a los saraos de la época.
Mucho ha cambiado a la fecha, aunque a decir verdad el derecho a la información es un excelente enunciado y nada más. Todavía existen barreras políticas, económicas, sociales y ahora tecnológicas que impiden el acceso democrático a los medios de comunicación masiva. No digo sociales porque la gran mayoría de ellos no llegan a tal calificación en el sentido estricto de lo que significa ello como servicio a la colectividad.
En homenaje al Diario de Lima y a su editor Bausate y Meza, seudónimo del preclaro periodista nacido en Copernal, España, hombre de ideas avanzadas inspiradas de la revolución francesa, se celebra en Perú el Día del Periodista, por mil razones. Esta buena costumbre viene desde el año 1931 y no 1953 como afirman algunos. La iniciativa fue de Humberto Castro Principi, entonces presidente de la Asociación Nacional de Periodistas del Perú, hombre culto y que ejerció el cargo de bibliotecario en la primera junta directiva de esta decana del gremio de la prensa en 1928.
Hoy recordamos la fecha, sobre todo llevados por ese afán de mantener viva la llama encendida de la libertad de expresión. La libertad constituye parte fundamental del ordenamiento constitucional contemporáneo. No existe carta política que no la tenga consagrada como derecho inherente a la condición humana.
La actual Constitución peruana de 1993 la incluye en su articulado inicial como derecho fundamental del ciudadano. Y no puede ser de otro modo, porque en él reposa la responsabilidad de defender los otros derechos y de construir la opinión pública.
Es larga, muy larga la historia recorrida para el reconocimiento de la libertad de expresión tal como hoy, irrestricta impera en algunos lugares. En su nombre miles de luchadores han caído abatidos por la bala asesina o perseguidos inmisericordemente, una trayectoria que ha contribuido a dignificar la justicia y la libertad…Y en esa trayectoria todavía estamos pese a quien le pese.