¿Cuáles son las barreras más comunes al periodismo inclusivo?

Publicado por Luba Kassova
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Esta es la segunda parte de una serie de tres sobre las principales conclusiones del informe «De la indignación a la oportunidad: cómo incluir las perspectivas ausentes de las mujeres de todos los colores en la dirección y la cobertura de las noticias». 


«Hay mujeres de color que llevan mucho tiempo en mi agencia de noticias y a las que simplemente no se presta atención. Se quejan con razón: presentan la idea para un reportaje sobre un hecho que está ocurriendo en su comunidad, y su supervisor blanco la descarta sin más».

Esta es una de las tantas citas de altos directivos medios del Norte y del Sur Global entrevistados para mi informe «De la indignación a la oportunidad: cómo incluir las perspectivas ausentes de las mujeres de todos los colores en la dirección y la cobertura de las noticias», encargado por la fundación Gates.

Las experiencias vividas por los redactores influyen en sus decisiones sobre qué es una noticia. Y estas decisiones también influyen en quienes las consumen. Los hombres —en el Norte Global, los hombres blancos— están sobrerrepresentados tanto entre los redactores como entre los consumidores de medios. Su visión de lo que constituye una noticia ha sido interiorizada como la norma editorial por defecto por todos los periodistas, independientemente de su género, y en detrimento del periodismo y de la audiencia.

Barreras al periodismo inclusivo

Las mujeres muestran más interés que los hombres en 11 de los 16 géneros informativos, incluidas las noticias locales, el cambio climático, la delincuencia/seguridad personal, la educación y la justicia social. Sin embargo, los cinco géneros en los que el interés de los hombres supera al de las mujeres son los géneros informativos de más alto perfil, y son editados sustancialmente por redactores masculinos. Tres de ellos sirven como reserva de recursos para los puestos editoriales más altos en los medios de comunicación: política, negocios/economía y noticias internacionales.

La ceguera de género, la ceguera racial y el sesgo del statu quo son tres barreras institucionales e individuales clave para un periodismo más inclusivo. En palabras de una redactora jefa del Sur Global: «A veces decimos: ‘esto es lo que hay’; a veces decimos: ‘esto es lo normal’. Así que cuando necesitas hablar con gente sobre temas económicos, acudes a economistas conocidos y todos suelen ser hombres. Y no se piensa conscientemente. Tenemos que decir: ‘ok, ya conocemos a tal y cual; esta vez busquemos la voz de una mujer'».

Las directoras entrevistadas señalaron otros obstáculos a una narrativa más integradora de las cuestiones de género y minorías: la perspectiva a corto plazo del periodismo y la tendencia a una narrativa reductora, agravada por la resistencia a un análisis forense de los propios defectos del periodismo.

Jane Barrett, editora global de estrategia de Reuters, reflexionó sobre el complejo problema del pensamiento homogéneo en las noticias: «El periodismo es una industria muy ajetreada y estresante. Cuando estás atascado en tareas operativas, no te das tiempo para reflexionar en cuáles son algunos de los fallos estructurales que tenemos y que podrían llegar a ser realmente destructivos. La diversidad ha sido una grieta en el muro durante mucho tiempo, pero hasta ahora la hemos resuelto sobre todo contratando a personas de distintos orígenes», explica. «Es un comienzo importante, pero la diversidad es mucho más que eso. La diversidad es también a quién nos dirigimos, de quién hablamos y qué historias buscamos. Es una cuestión mucho más amplia».

Otra redactora jefe del Norte Global también vinculó la acelerada agenda informativa con el hecho de que los redactores rehúyan los puntos de vista diversos. «Dar cabida a la diversidad de puntos de vista es un reto. En el periodismo podemos ser muy reduccionistas, a veces no nos gustan las historias complejas. Decimos: ‘esta es la historia; aquí está la solución, o no está la solución y ya está’. Aportar diversos puntos de vista añade complejidad a nuestras conversaciones y coberturas, lo cual es bueno, pero no todo el mundo tiene ese punto de vista».

Pregunté a editores senior qué historias creían que se habían perdido por falta de perspectivas diversas. Sus sugerencias y la investigación de datos de AKAS revelaron que las microhistorias y las historias de interés humano dentro de las grandes historias políticas, económicas o de salud —que atraen más a las mujeres— suelen pasarse por alto. El análisis de AKAS de las publicaciones sobre la primera ola de COVID-19 en un informe anterior sobre perspectivas ausentes reveló que solo un lamentable 9% contenía algún elemento de interés humano. Las perspectivas de las personas de color también se omiten con frecuencia, algo evidente en las noticias políticas del Reino Unido y Estados Unidos.

El papel de los votantes hispanos en las elecciones estadounidenses de 2016, el inesperado resultado del referéndum sobre el Brexit en el Reino Unido y el desproporcionado impacto inicial de la pandemia en los grupos étnicos minoritarios se citaron como ejemplos de historias carentes del enfoque humano.

La cobertura del crimen, en particular, suele revelar un extraordinario sesgo racial periodístico, como se identifica en el «síndrome de la mujer blanca desaparecida», acuñado por la presentadora de noticias estadounidense Gwen Ifill. Un análisis de AKAS GDELT sobre las noticias en el Reino Unido del homicidio de Sarah Everard (blanca) y las hermanas Bibaa Henry y Nicole Smallman (negras) desveló niveles de cobertura general radicalmente diferentes, incluso en los cruciales 10 primeros días desde que se conocieron las historias. El nombre de Everard se mencionó 116 veces más que los de Henry y Smallman (11.121 frente a 96).

Mis investigaciones y entrevistas con periodistas de todo el mundo han revelado numerosas intervenciones que pueden facilitar una cobertura informativa más integradora desde el punto de vista étnico y de género. Entre ellas se encuentran la toma de conciencia sobre los prejuicios existentes en la organización a la hora de dar más importancia a las macrohistorias que a las microhistorias, y la necesidad de ampliar las perspectivas femeninas y raciales en noticias clave sobre política, economía, asuntos exteriores y salud. Se avanza en este objetivo, entre otras acciones, contratando a redactores de estos grupos.

Otras dos intervenciones innovadoras que resultan prometedoras son el nombramiento de «campeones de la inclusión» en la redacción y la introducción de la edición de 360 grados. Una editora explicó cómo la creación de un equipo de 100 defensores de la inclusión en su redacción «cambió el tenor de nuestra cobertura y las conversaciones en torno a la cobertura». Otro explicó cómo la edición de 360 grados facilita la ampliación de perspectivas desde la base, garantizando que las historias se cubren a través de la lente de diferentes grupos.

Para acelerar el cambio y atraer más audiencia, los medios deben amplificar las perspectivas de las mujeres de todos los colores que faltan en todos los elementos de las noticias. Puede que pronto cada vez más editores digan: «Qué ángulo tan bueno. No se me había ocurrido». Y que las audiencias sientan alivio al reconocerse en historias que nunca pensaron ver en las noticias.


Imagen de Christina @ wocintechchat.com en Unsplash.

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