Cómo hacerle frente a la infodemia, el desafío que la pandemia le puso a los medios

Publicado por Florencia Pagola
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Por primera vez en la historia ocurrió una pandemia en medio de la era de Internet y de la híper conectividad. Durante la emergencia sanitaria provocada por el COVID-19, no solo fue importante “quedarse en casa”, sino estar informados sobre lo que estaba sucediendo y conectados con seres queridos. Frente al caos y el miedo por una enfermedad que no se conocía hasta ahora, se generaron grandes volúmenes de información y a toda velocidad. A esta gran producción de noticias, papers y artículos periodísticos los expertos le llaman “infodemia”. Un término que no es nuevo, pero que tomó relevancia con la pandemia.

En el ensayo “Infodemics and infodemiology: a short history, a long future” (Infodemia e infodemiología: una breve historia, un largo futuro) publicado en la Revista Panamericana de Salud Pública, el investigador Chris Zielinski describe a la infodemia como una cantidad excesiva de información no filtrada y que concierne a un problema, de tal manera que dificulta su solución. Para ser más exacto, el autor cita la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS): “una sobreabundancia de información —alguna precisa y otra no— que ocurre durante una pandemia”.

Zielinski compara a los patógenos en las epidemias con la desinformación (una de las características de la infodemia) que se esparcen rápido y en grandes cantidades, y que suma complejidad a la respuesta frente a la emergencia de salud. Si bien el término fue creado a comienzos de los 2000, fue 20 años después con la pandemia por COVID-19 que tomó relevancia. Tal es así que el director general de la OMS declaró en febrero de 2020: “No solo estamos luchando contra una pandemia; estamos luchando contra una infodemia”.

El especialista le atribuye por lo menos dos características principales a la infodemia: el volumen de información generada y la rapidez con que se genera esa información. Pero también habla de una característica secundaria, las diversas formas de información errónea. Porque la infodemia no es solo desinformación, la sobrecarga también puede ser de información correcta.

Sobre el volumen, destaca que la información está tan dispersa y en tanta cantidad que se hace difícil encontrarla, recopilarla, almacenarla y publicarla. También esto complica identificar la información de calidad, que esta sea visible y se distinga de la información falsa. Por otra parte, declara que la velocidad con la que circula la información da poco tiempo para analizarla y entenderla; para detectar y refutar la información errónea; para identificar y seguir la secuencia de los acontecimientos informativos (el orden de los hechos). A su vez, ocurre un gran desperdicio por horas de trabajo de chequeo de información que muchas veces termina no siendo usada. En una avalancha de información, puede que se esté perdiendo muchos datos relevantes.

Como dijo la periodista y comunicadora uruguaya Ana Laura Pérez en un conversatorio realizado por el Sistema Nacional de Emergencias de Uruguay, “si está todo el mundo en una plaza gritando todo el tiempo, a ver quién grita más alto o quién hace más ruido, es difícil tener visibilidad para circular información de calidad. Estas gritando igual que el que hace circular información de baja calidad o falsa”.

¿Qué tener en cuenta para enfrentar la infodemia?

Para Pérez, uno de los principales retos del periodismo en América Latina es que la especialización en periodismo de salud es muy baja y eso quedó aún más expuesto con la especificidad en virus y pandemia. También dijo que frente a los grandes volúmenes de información que se producen por segundo, los periodistas se ven muy desafiados en generar impacto para ganar la atención de las audiencias. Lo mismo con la circulación de información falsa, que es tan alta que se hace difícil detectar qué es falso y qué es verdadero. Así, los “procesos de fact-checking son profundamente artesanales”: “como cuando llueve, crece la ropa sucia y la limpia va despacito”.

Con la pandemia la opinión pública se volvió muy exigente en recibir información, al punto que en redes sociales “la gente tenía teorías conspiradoras para explicar por qué los medios no hablaban de determinadas cosas. Y muchas veces los periodistas no ponen sobre la mesa determinados temas por los tiempos de verificación de la información”, explicó Pérez.

También cuestionó el término “fake news”: “son mal llamadas fake news, porque una de las características de una noticia es que sea veraz, nada que sea falso debe ser categorizado como noticia. Quienes trabajamos en temas de desinformación nos preocupa mucho porque ha sido capturada por figuras del sistema político para deslegitimar a periodistas que hacen su trabajo. Tampoco es un término que abarque la problemática de la desinformación, porque no siempre es todo falso. A veces son piezas del ecosistema informativo que están descontextualizadas”.

Pérez pidió a periodistas y medios “siempre definir los términos y conceptos que usamos, darles un marco conceptual”, y “usar datos y contexto para profundizar y explicar sobre el tema tratado”. Además, recomendó “usar fuentes calificadas y visibilizar figuras científicas especializadas”, “ser honestos con lo que sabemos y con lo que no” e “incluir medidas de prevención en las piezas periodísticas”. Cuando llegó la pandemia, el sistema de medios no estaba -ni está- preparado para una infodemia, por lo que ahora se deben generar nuevas herramientas y recursos para hacerle frente, resaltó.


Imagen de Obi Onyeador en Unsplash

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