Es difícil encontrar un país que no haya enfrentado en algún momento de su historia conflictos o crímenes de guerra, desde ataques contra civiles, guerrillas, hasta violencia sexual a mujeres y niños. Hoy más que nunca los periodistas deben estar preparados en coberturas para investigar estos hechos de violencia: personas desaparecidas, sucesos traumáticos o daños ambientales.
El Foro Pamela Howard sobre Cobertura de Crisis de ICFJ-IJNet reunió a los periodistas Marcela Turati, cofundadora de Quinto Elemento Lab y especialista en coberturas de la guerra contra las drogas en México; a José Guarnizo, cofundador y director de Vorágine; y a Andrea Arzaba, editora en español de la Red Global de Periodismo de Investigación (GIJN), quienes compartieron su experiencia y consejos para ayudar a más periodistas a realizar coberturas seguras.
La no re-victimización de víctimas y sobrevivientes de hechos violentos es uno de los cuidados base que todo periodista debe tener, expuso Marcela Turati, autora del libro “San Fernando: última parada: Viaje al crimen autorizado en Tamaulipas”. También recomendó buscar los espacios adecuados para llevar a cabo las entrevistas y tener claras las preguntas que se van a realizar, así como el para qué: “tal vez no es necesario ahondar en el trauma para hacer un buen reportaje, hay que buscar otras rutas”.
Ser precavidos con las expectativas que tienen las personas entrevistadas hacia los periodistas es una forma de protección, por ejemplo, que gracias a la entrevista se va a remediar algo; para ello, es importante no revelar datos que puedan poner en riesgo a las fuentes. “Pensar que sí y que no publicar o cómo hacer para publicar sin poner el foco en una persona, quizás tener muchos más testimonios, esperar más tiempo, vincularnos con una organización social o poner en contexto al entrevistado sobre los riesgos”, dijo.
Respetar el anonimato es otra de las claves. “Muchas veces hay traumas profundos, la memoria de la gente puede que esté un poco alterada, tal vez no quieran recordar, o hayan leído un reportaje que lo incorporaron a su relato o prefieran olvidar y omitir cosas”.
Nunca contar historias donde el victimario tenga la última palabra. Turati enfatizó que el centro de las historias siempre deben ser las víctimas. Sobre esto, agregó que no deben hacerse preguntas que generen culpas o que pongan la responsabilidad de lo que pasó a la víctima. Llamó a hacer una revisión ética en cada uno de los reportajes que impulse el periodista.
El trabajo de campo implica una buena documentación de los hechos. Si bien hay eventos que no dan tiempo de este proceso, tanto Turati como Guarnizo recomiendan conseguir fuentes de confianza y acceder a fuentes abiertas. Esto a su vez permitirá garantizar coberturas seguras y reconocer los riesgos existentes en las coberturas.
En el caso de la documentación de fuentes, Turati aconsejó tener acceso a fuentes que no impliquen necesariamente declaraciones oficiales: “Hay que entender que hay entrevistas que no son para citar, sino que son guías para entender el tema”.
Por otro lado, es común encontrarse con declarantes que no miden los riesgos a los que se enfrentan. En este sentido, es labor del periodista advertirle y valorar la publicación. Es clave tener presente que nunca hay hacer daño con lo que se publica. Pensar y preguntarse cómo puede ser la mejor manera de abordar este tema.
Muchas veces una declaración no basta, mencionó Turati, por lo que recomendó buscar un buen número de testimonios que enriquezcan las historias, así como recopilar audios y videos de los hechos, pero nunca llevarse pruebas. “no somos ministerios públicos ni fiscales, podemos tomar fotografías pero no nos toca levantar el casquillo”.
Tener un conocimiento amplio del marco legal en el que se va a realizar la investigación permitirá contar con un panorama más aterrizado y claro para desarrollar el trabajo periodístico, comentó Guarnizo, quien recién lanzó su nuevo libro “Griselda”, que involucra 12 años de investigación periodística sobre el caso de la narcotraficante Griselda Blanco.
Sistematizar y organizar la información obtenida pensando siempre hacia el futuro es una de las etapas importantes en el proceso de documentación, donde se debe considerar información que no necesariamente debe ser publicada. Esto lleva a evitar cuadrar los hechos a lo que creemos que pasó. Contrastar información, buscar distintas versiones y no tenerle miedo a las versiones contradictorias es necesario en el periodismo de investigación.
Durante este proceso, los reporteros deben ir armando sus hipótesis del caso. “No es que vayas a resolver el crimen porque hay que entender que el periodista no es juez ni fiscal, pero sí lanzar unas hipótesis que tienen que estar soportadas en indicios, pruebas, documentos o testimonios”, puntualizó Guarnizo.
Finalmente llamó a nunca bajar la guardia sobre estas historias de violencia. “Lo último que no nos puede pasar a los periodistas es que la muerte se nos vuelva paisaje”, acostumbrarse a los crímenes y violaciones como historias comunes, dijo.
GIJN publicó una Guía para investigar crímenes de guerra que reúne 10 capítulos con consejos y herramientas de abogados, corresponsales de guerra y especialistas en derechos humanos sobre cómo cubrir este tipo de hechos.
La periodista Andrea Arzaba compartió 3 consejos que forman parte de la guía:
Además de esta herramienta, la organización cuenta con un Centro de Ayuda que brinda respaldo a periodistas de América Latina y España en procesos de cobertura, colaboraciones, búsqueda de información y entrenamientos.
Puedes ver el seminario online completo aquí:
Imagen de Levi Meir Clancy en Unsplash.
COLABORADORA DE IJNET
Lucero Hernández
Periodista independiente y maestra en Comunicación y Medios Digitales con especialidad en Producción Multimedia; docente universitaria en Periodismo de Precisión y Periodismo Digital, y tallerista en herramientas digitales.