La mayor cantidad de seres humanos quiere encontrar la felicidad, quieren ser felices. El problema es que no saben exactamente cómo se consigue la felicidad. Todos quieren que sus hijos sean felices, pero no saben cómo enseñar felicidad. De hecho, algunas personas se casan para ser felices y otros se divorcian para ser felices; algunos gastan su dinero en busca de felicidad, pero otros guardan el dinero dicen que para usarlo más adelante.
Existe algún algoritmo para la felicidad, si tenemos en cuenta que la definición de algoritmo es un conjunto de acciones sistemáticas que permiten solucionar problemas y señalar un procedimiento.
En el inicio de la vida, si provenimos de un embarazo deseado es probable que seamos más felices. Si teníamos el género que nuestros padres esperaban, puede que seamos mejor recepcionados por ellos. Si la familia nos recibió con mucha alegría y alborozo, esa es otra variable a favor. Si éramos niños(as) que sonreíamos con espontaneidad, seremos más felices en el futuro.
No tener experiencias traumáticas en la niñez, es un punto para ser felices. Si de niños(as) estaban satisfechas nuestras necesidades de todo tipo, estamos para ser felices. Tener un descubrimiento adecuado de nuestra sexualidad, así como compartir nuestra vida con pares adecuados, contribuirían a la felicidad. Por supuesto que una familia estable, sea completa o incompleta, también predispone a la felicidad de la persona.
Tener enamoramientos sin grandes frustraciones aporta a la felicidad, así como elegir la pareja adecuada y llevar una buena relación de pareja también es significativo en el índice de felicidad.
La dimensión laboral, sin lugar a dudas, es un vector en el algoritmo de la felicidad. Ello conlleva sentirse realizado, teniendo en cuenta que cualquier ocupación puede proveer felicidad. Le llamamos a ese efecto “satisfacción laboral”.
Una relación de pareja adecuada, que provee un sexo regular, y si hubiera un divorcio, podemos esperar que sea lo menos traumático posible.
Experimentar a lo largo de la vida un sentimiento de realización y la sensación de haber alcanzado las metas que nos hemos fijado a lo largo de la vida se convierten en factores para la felicidad.
Al final de la vida nuestra felicidad puede ser una crónica viva para trasmitirla a otras personas.