Hace tres lustros, la mayor de las empresas de telecomunicaciones en el Perú, organizó un evento -un gran evento- en el cual periodistas, comunicadores y expertos; algunos representantes de la empresa privada, funcionarios y directivos de los medios comerciales y la comunicación pública, analizaron frente a un público -entusiasmado y feliz de encontrarse con los y las “journalism stars”- constituido por estudiantes de periodismo y comunicación, profesores, investigadores y periodistas, el estado de la cuestión del periodismo, principalmente en América Latina y el Caribe.
En contraste con el ánimo festivo de los asistentes, poco a poco, los discursos académicos fueron pintando de grises y narrando los cambios, riesgos, retos y crisis; cuando no innovaciones disruptivas como las denominamos hoy. No se escuchó la palabra disrupción, pero igual, seguro que los asistentes no la escuchamos como a todas las demás. Sin embargo, días después se hizo conocer la circulación de una publicación dando cuenta del evento, todos esperaban que llegara el libro en físico. No. Llegó en edición virtual, una revista electrónica.
En las primeras líneas (en el íncipit) de aquel compendio, puede leerse, y citamos: “El periodismo sobrevivirá tal como ha sido siempre. Cambiarán los instrumentos, el modelo de empresa, los hábitos profesionales, las herramientas… Pero la función seguirá siendo la misma: informar con veracidad, selección, jerarquización, interpretación y contextualización”. Un enunciado que quiere ser retóricamente bello, pero no, es de hierro. Es una expresión que no suele escucharse fácilmente de labios de los o las periodistas, aunque en honor a la verdad, ahora lo recordamos, fue una profesional que lo dijo (lo gritó) en otro evento y hace pocos días, en éste octubre de fe de masas, mes en que se conmemora la efeméride del periodista. Zuliana Laínez, tenaz y formidable gremialista, así como magnifica periodista, le dio sustento al enunciado al afirmar que hoy, en tiempos de disrupción, el periodismo redimensiona su significado, se hace más necesario e imprescindible como nunca antes, porque si bien los nuevos medios sociales democratizan la comunicación, también hoy, la humanidad ve (impotente) amenazada la integridad de la información por la viralización de la información falsa, la desinformación y la infoinfamia discursiva.
Muy importante lo señalado por la periodista Laínez, (y anotado grosso modo) en un periodo de relativo desconcierto y de crítica de diversos sectores sociales (es acaso la única periodista, que públicamente acepta la necesidad de la contrición) la autocrítica, por haber incurrido en malas prácticas en el ejercicio profesional, que ahora le cuesta al periodismo tener la opinión pública en contra y con porcentajes de aceptación similar al que registran los políticos. En este complejo y difícil escenario, en donde se ve amenazada la centralidad del periodista en el proceso de la comunicación social, debido a las transformaciones tecnológicas digitales, que generan el ingreso de otros actores como los influencers, youtubers o los gestores de contenidos, entre otros, que están en la perspectiva de ocupar la posición de periodista. Se abrieron las puertas al periodista ciudadano; pero también los periodistas han ingresado a las redes sociales, varios de ellos ocupan posiciones expectantes en el ranking de los más leídos y vistos.
Los guardianes tradicionales del periodismo ya no controlan por completo la difusión de noticias e información. Una persona, con un teléfono inteligente o una computadora portátil y acceso a Internet, puede incursionar (con eventual fortuna) en el periodismo en redes sociales; a unos, les va bien, sin dudas. Han generado su público; acertaron en el mecanismo de sostenimiento y concentran la atención de los públicos con un nuevo discurso. Todo parece ir muy bien.
Sin embargo, el periodismo, ha encontrado en las redes sociales, que lo hace más accesible para cualquier humano, cercano a la gente y con mayor participación del público. Aunque también ofrece mayores obstáculos a la verdad y a la ética, por lo tanto, es más fácil divulgar las fake news y otras calumnias. En este aspecto de la integridad de la información, se aprecian las graves distorsiones, y también los retos y desafíos, como el que producen los algoritmos, que al funcionar “como cámaras” el público, los seguidores, solo obtienen contenidos sesgados que refuerzan sus opiniones desechando otras informaciones, las noticias, variadas, diversas. Se crea entonces, un nivel de información desequilibrado en el ciudadano.
El escenario hoy del periodismo son las redes sociales, es decir un entorno dinámico que hoy influye –determinantemente- en el desempeño profesional actual que requiere de periodistas formados con un perfil profesional que implique el dominio integral de las herramientas digitales para mantenerse vigentes y competitivos (seguir haciendo periodismo) en sus plazas.