La información falsa se extiende ampliamente en China debido a la censura gubernamental, al omnipresente Gran Cortafuegos del país, a la falta de medidas contra la desinformación en redes sociales y a la desconfianza del público hacia los medios de comunicación.
Por eso la verificación de los hechos nunca fue tan necesaria como ahora. Pero a pesar del auge de este tipo de iniciativas en todo el mundo, en China los proyectos independientes de fact-checking son prácticamente inexistentes.
La verificación la lleva adelante predominantemente el gobierno a través de una iniciativa conocida como «piyao», que se ocupa sobre todo de los rumores considerados desfavorables por las autoridades. La desinformación y la información errónea que desmiente piyao suelen ser considerados dañinos para la estabilidad y el orden social del país.
Si bien algunos de estos esfuerzos han dado resultados positivos, sobre todo en el caso de la desinformación sobre temas de salud, la participación del gobierno genera preocupación por los conflictos de interés y la apropiación del proceso para sus propios objetivos. Además, estos esfuerzos de verificación oficiales han sido criticados por no cumplir los estándares internacionales de la práctica del fact-checking.
No es fácil entrar en este territorio para las entidades no gubernamentales. Registrar una ONG o una iniciativa de verificación es casi imposible, y pocos medios comerciales de China están dispuestos a albergar tales proyectos debido al riesgo político y a las escasas o nulas ventajas financieras. Mientras tanto, a diferencia de sus homólogos internacionales, las plataformas tecnológicas chinas no financian iniciativas de verificación de terceros.
Como exredactor jefe de Sixth Tone y con 20 años de experiencia en medios de comunicación chinos, me di cuenta de que los métodos tradicionales de verificación de hechos —en los que un pequeño equipo de profesionales investiga meticulosamente afirmaciones individuales— eran inadecuados para manejar el abrumador volumen de desinformación que inunda las redes sociales chinas.
Por eso fundé China Fact Check en 2020, para romper el monde e intentar algo nuevo.
La idea de China Fact Check era crear un equipo de voluntarios para contrastar noticias internacionales y ofrecer al público chino información precisa sobre el mundo.
Al principio, nuestros voluntarios eran sobre todo estudiantes de periodismo dispuestos a convertirse en reporteros y redactores. Como iban a asumir la misión de informar al público, me di cuenta de que era fundamental ayudarlos a mejorar su alfabetización mediática y desarrollar su capacidad para evaluar la fiabilidad de las distintas fuentes que utilizaban. Con un conocimiento innato de Internet y dominio de lenguas extranjeras, estos estudiantes se convirtieron en voluntarios increíblemente eficaces.
Wei Xing (atrás, primero a la izquierda) participó en marzo de un taller de tres días sobre trauma, periodismo e imágenes gráficas en Bangkok, Tailandia, organizado por el Dart Center Asia Pacific. Lo acompañaron una docena de editores de contenidos, creadores y verificadores de hechos de toda la región. Crédito: Dart Center Asia Pacific.
A diferencia de la verificación de hechos guiada por la comunidad, como la función de anotación introducida por Weibo en 2023, recluté a un grupo de periodistas y editores veteranos para conformar un comité editorial virtual como forma de garantizar un nivel de calidad alto. También formamos a los estudiantes voluntarios en ética periodística y en las últimas herramientas digitales para verificar textos, imágenes y videos.
Si no se respetan las normas, la verificación de hechos puede perder rápidamente la confianza de la audiencia y, lo que es peor, ser utilizada para otros fines.
China Fact Check opera exclusivamente a través de un grupo de chat en WeChat, la red social más popular de China. Allí los voluntarios envían afirmaciones sospechosas que encuentran en Internet, a veces cientos de ellas, muchas más de las que puede manejar una redacción tradicional.
Nuestro consejo editorial evalúa dichas afirmaciones y asigna las más virales o de mayor relevancia pública a los voluntarios disponibles para que las chequeen. El hecho de trabajar totalmente a distancia también nos permitió operar sin interrupciones durante los estrictos bloqueos por el COVID-19 en China.
Una vez que los voluntarios completan el primer borrador de una verificación, el consejo editorial revisa el informe y aporta comentarios, correcciones o fuentes adicionales. Luego este se publica y distribuye. Los voluntarios destacados pueden asumir funciones adicionales formando a nuevos reclutas y/o revisando el contenido antes de su publicación.
Este modelo se puso a prueba con éxito durante la invasión rusa de Ucrania a fines de febrero de 2022. El desafío era inmenso: ¿cómo verificar la enorme cantidad de desinformación relacionada con la guerra en plazos ajustados, con una intensa censura y con un discurso público nacional mayoritariamente prorruso?
Nuestro modelo nos permitió dar los siguientes pasos:
En los primeros meses de la guerra publicamos casi 200 verificaciones, que obtuvieron casi 50 millones de visitas en las principales plataformas digitales chinas.
A ello siguió una oleada de solicitudes de voluntarios interesados, y nuestro equipo pudo ampliarse para incluir a desarrolladores web, bioingenieros, médicos y otros profesionales.
Casi 200 voluntarios han participado en nuestros proyectos. Su dedicación nos permite seguir funcionando sin financiación externa, manteniendo así el carácter sin fines de lucro del proyecto.
Aunque los modelos basados en el voluntariado suelen considerarse inestable, somos capaces de mantener la estabilidad durante periodos fijos y luego rotar a los voluntarios según sus horarios. Esto también nos permite ser flexibles y resistentes ante la presión política.
Sin embargo, este modelo también presenta problemas particulares. Una de las principales preocupaciones es crear un entorno de trabajo digital seguro para minimizar los posibles traumas de nuestros voluntarios.
Para ello, tenemos previsto estudiar y compartir orientaciones y buenas prácticas de organizaciones profesionales, como los recursos del Dart Center Asia Pacific sobre tratamiento de imágenes traumáticas. También nos proponemos organizar más reuniones fuera de línea para los voluntarios y crear un sentimiento de comunidad.
Por último, nos aseguramos de mantener el contacto con los antiguos voluntarios, incluso después de que dejen nuestro equipo.
Nuestros voluntarios no solo son árbitros de los hechos, sino que también actúan como «embajadores» del fact-checking en sus comunidades. Su familiaridad con los hábitos de consumo de información de sus respectivas comunidades nos permite ofrecerles contenidos directamente, en lugar de esperar a que el público venga a nosotros.
Lo que me resulta especialmente gratificante es que muchos antiguos voluntarios se han convertido en influencers en sus círculos sociales. También les animamos a que aprovechen su experiencia y sus capacidades para desarrollar programas localizados de formación en alfabetización mediática y les damos los recursos necesarios —desde plantillas de presentación y estudios de casos de fact-checking hasta pequeños regalos— para apoyar sus esfuerzos.
Un ejemplo de ello es el exhaustivo manual de verificación que publicamos recientemente, el primero de su tipo en chino simplificado. Nuestros voluntarios ayudaron a distribuir el manual y a adaptar su contenido a diversos formatos para llegar a un público más amplio.
A través de nuestro grupo descentralizado de verificadores, comprometidos con la difusión de contenidos verificados, el desarrollo de capacidades y la ampliación del alcance de su trabajo tanto dentro como fuera de Internet, creo que estamos despertando la curiosidad por los hechos y la verdad entre un número cada vez mayor de personas en China.
Al fin y al cabo, una sola chispa puede provocar un incendio en la pradera.
Foto cortesía de Wei Xing.
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