La religión, especialmente la discriminación y persecución que sufren las minorías religiosas, es un tema candente en el sur de Asia. Son numerosos los casos de periodistas acosados, perseguidos, agredidos e incluso asesinados en países como India, Pakistán, Sri Lanka y Bangladesh por informar sobre asuntos relacionados con los derechos de las minorías religiosas, los delitos cometidos en nombre de la religión, la oposición a las leyes sobre la blasfemia, entre otros.
Aunque la violencia física y la persecución legal por parte de las autoridades son una amenaza muy real para los periodistas, hay un aspecto de su vida profesional que, lamentablemente, a menudo se pasa por alto: los traumas y otras presiones sobre la salud mental causados por los abusos y ataques en línea.
Cuando se trata de su presencia digital, los periodistas se encuentran en una posición peculiar: necesitan mantener una imagen pública en las redes sociales, pero también deben tener cuidado con la seguridad de sus datos, porque una filtración de los mismos podría ponerles en peligro a ellos y a sus fuentes.
«Solemos pensar que el trauma en el periodismo sólo se produce cuando se informa desde zonas de conflicto o áreas muy perturbadas o devastadas, pero ésta es una forma estrecha y limitada de ver este problema», afirma Amrita Tripathi, escritora, periodista y fundadora de Health Collective. «Los traumas pueden producirse legítimamente por informar sobre una serie de temas, como la delincuencia, la geopolítica, la salud, la desnutrición y otros».
El estrés habitual del trabajo puede causar traumas, señala Kamna Chhibber, responsable de salud mental del Departamento de Salud Mental y Ciencias del Comportamiento de Fortis Healthcare. Se espera de los periodistas que estén siempre en movimiento, listos para publicar una noticia en cualquier momento, independientemente de si están enfermos o de vacaciones. Varios aspectos de la cobertura de una noticia también pueden causar un trauma secundario, añade: «Puedes estar cubriendo una noticia de salud y presenciar constantemente a pacientes en un estado terrible, lo que puede ser extremadamente angustioso, o incluso escuchar interminables historias de muerte, lesiones y devastación puede causar un trauma secundario».
Además, la estructura jerárquica de muchas redacciones puede dificultar que los reporteros comuniquen a la organización el estrés por el que están pasando.
Un primer paso fundamental que deben dar los periodistas en relación con su salud mental es reconocer y aceptar que pueden ser vulnerables, afirma Chhibber. Sólo entonces pueden empezar a analizar si su comportamiento ha cambiado.
La salud mental de las personas depende de lo siguiente:
Cuando las personas empiezan a estar irritables, enfadadas, a tener arrebatos, a sentirse ansiosas o nerviosas, esto puede afectar a su capacidad de pensar racionalmente o hacer que entren en pánico. Esto puede provocar falta de sueño y hambre, retraimiento social y aislamiento, y hacer que la persona afectada se vuelva sobreprotectora con sus seres queridos.
En otras palabras, se trata de señales de alarma que incluyen síntomas que afectan a las relaciones sociales, la vida laboral y la forma de cuidar de uno mismo. Es importante buscar ayuda cuando se manifiestan estos signos.
Aunque puede resultar difícil, los periodistas deben intentar no tomarse los ataques en línea como algo personal ni interiorizarlos. El acoso en línea que llevan a cabo los agresores no suele basarse en hechos, conocimientos o un contexto real.
Los periodistas que sufren acoso pueden considerar la posibilidad de cerrar sus cuentas y pedir a alguien de confianza que les deje manejar sus redes sociales durante un tiempo. Lo que los periodistas pueden controlar en estas situaciones es cómo responden.
«Las personas te acosan en Internet porque es fácil llegar a ti y hacerlo de forma anónima», afirma Chhibber. «Gran parte de la agresión en línea es en realidad un gran desplazamiento, lo que significa que están descargando la ira y la frustración causadas por otras cosas en sus vidas en un objetivo fácil y convenientemente distanciado que puede no tener ningún recurso efectivo contra ellos».
Los límites son muy importantes en las interacciones sociales. Sin embargo, los periodistas pueden dudar a la hora de establecer límites en el trabajo porque temen consecuencias profesionales como que su posición se vea debilitada.
Los periodistas y las redacciones tienen que empezar a dar prioridad a su propia salud mental y bienestar frente a la idea de cómo pueden ser percibidos en la organización. Algunas personas pueden trabajar más horas con más descansos, por ejemplo, mientras que otras pueden preferir trabajar todo el día. Ambas cosas deberían estar bien; nunca se debería imponer a todo el mundo una única forma de trabajar.
Chhibber pone el ejemplo del COVID-19: «La pandemia obligó a todo el mundo a replantearse la forma de trabajar y se produjo un cambio de paradigma en cuanto a horarios, trabajo a distancia y mucho más. Anteponer nuestra propia salud y bienestar es muy importante y, por tanto, todos debemos encontrar el valor para trazar las líneas necesarias entre nuestra vida laboral y personal».
Dado que los periodistas suelen trabajar en entornos muy estresantes, es útil que conozcan algunas técnicas para afrontarlos:
Foto principal de Gabrielle Rocha Rios.
Este artículo fue originalmente publicado como parte de una caja de herramientas sobre reporteo sobre temas religiosos, producido por IJNet bajo el programa de ICFJ, Frenar la marea de la intolerancia: Una red de periodistas del sur de Asia para promover la libertad religiosa.