La confianza en el periodismo se encuentra en mínimos históricos, el engagement disminuye y las perspectivas empresariales del sector son, en el mejor de los casos, inciertas. Estos son hechos. La cuestión es si crees que esta situación es inevitable o si crees que las cosas podrían ir mejor. Yo estoy en el segundo grupo.
Hace pocos meses escribí que el periodismo, tal como es, no puede salvarse, pero que podemos reinventarlo, pero solo imaginando nuevas y radicales soluciones y creando productos que los usuarios realmente quieran.
Reinventar cualquier cosa obliga a lidiar con preguntas difíciles y verdades aún más duras. Pero a lo largo de mi carrera he visto una y otra vez que los periodistas no temen sumergirse en este nivel de autorreflexión. Me atrevería a decir que es algo que incluso abrazamos, probablemente porque plantearse preguntas difíciles forma parte de la definición de nuestro trabajo.
Así que decidí reunir a un pequeño grupo de mi red para ver qué podíamos hacer juntos para poner en marcha este cambio y esta reinvención. Los llamo News Alchemists («Alquimistas de las noticias»), por su capacidad para generar ideas y soluciones novedosas, igual que los alquimistas trabajaban para convertir los metales comunes en oro.
Con News Alchemists buscamos articular e impulsar una visión para el cambio en la industria con el fin de hacer un periodismo más centrado en el usuario, y más equitativo y sostenible.
Nos hemos reunido (virtualmente) dos veces en las últimas semanas para elaborar nuestra teoría del cambio y tratar de identificar de dónde partir para mover la rueda del cambio. El primer empujón es el más difícil, pero creemos que un futuro mejor para el periodismo es posible.
He aquí lo que hemos pasado en limpio, y algunas cuestiones que nos proponemos explorar en los próximos meses.
Creemos que el cambio solo puede comenzar con un cambio de mentalidad hacia lo que describo como una extrema centralidad en el usuario. Esto supone crear productos y experiencias que las personas realmente quieran, pero es más complejo que eso.
Comienza con nuestra misión. Tenemos que tomarnos un tiempo para reflexionar sobre por qué creemos que el periodismo es importante y qué papel desempeña en las sociedades. Tendemos a pensar que la misión del periodismo es informar al público de lo que ocurre en su comunidad, en su país y en todo el mundo; darle la información que necesita para tomar decisiones con conocimiento de causa, por ejemplo sobre cómo va a votar en unas elecciones.
¿Es suficiente? ¿Creemos que todo lo que el periodismo debe hacer es darle información al público? Yo creo que no. Esta creencia conlleva el riesgo de confundir la producción de contenidos con la misión cumplida. Sugiere que en el momento en que se ofrece información, nuestro trabajo está terminado. En este contexto, enfocarse en el usuario supone reconocer que la información solo tiene valor si ayudamos a la gente a utilizarla para actuar e inspirar cambios positivos. ¿Cómo podemos replantearnos nuestra misión, reconectar con ella y actualizarla?
Como periodistas, debería importarnos la gente para la que informamos, ¿no? Si no, ¿para qué molestarse? El problema es que no siempre se requiere empatía para hacer el periodismo que producimos actualmente. El sistema no está diseñado para recompensar la empatía como una habilidad valiosa. Para que eso cambie, tenemos que empezar a pensar en el periodismo como una conversación y como un servicio basado en la escucha, en lugar de como un mero ejercicio de producción de contenidos.
El otro riesgo de equiparar nuestra misión a la producción de contenidos es que limita el horizonte de nuestra creatividad. ¿Cómo podemos reinventar algo si ya nos atenemos a una definición tan estrecha? Además, si aceptamos que la sobrecarga de información es un problema importante en nuestras sociedades, ¿no estamos agravando la situación si solo trabajamos para producir cada vez más contenidos?
Ampliar la definición de periodismo podría significar, por ejemplo, asumir nuestro papel como convocantes. Como destaca el American Press Institute en este excelente artículo, «los medios de comunicación deben ser una fuerza de conexión social, una fuerza para convocar a las personas por encima de las diferencias, y un facilitador de lo que hay que hacer después de que los hechos queden al descubierto».
Muchas organizaciones innovadoras ya están experimentando con esto en distintos formatos: desde clubes de escucha para ayudar a la gente a debatir lo que ha oído en un podcast, hasta actos con periodistas e invitados en el escenario para comentar las noticias con el público.
Y convocar a la gente para interactuar en persona tiene otros beneficios: el principal es que más gente conocerá de primera mano a los periodistas, lo que podría aumentar la confianza. Es más fácil pedir a alguien que confíe en una persona a la que ha conocido en la vida real y con la que ha intercambiado pensamientos e ideas, que pedirle que confíe ciegamente en un titular.
Queremos poner más atención a la calidad de las experiencias de las personas cuando se relacionan con nuestro periodismo. Este es un cambio fundamental de mentalidad. La experiencia del usuario no es un concepto nuevo, pero me parece que solemos reducirlo a cómo interactúa con nuestros productos así los mejoramos y conseguimos que la gente pase más tiempo con ellos.
No hay nada malo en esto, pero también debemos pensar en la experiencia del usuario a través de la lente más amplia de cómo les hace sentir nuestro periodismo. ¿Cuánto mejores podrían ser los productos y experiencias que creamos si nos preocupáramos por esos sentimientos?
En pocas palabras, esa es la base de nuestra teoría del cambio: necesitamos un cambio hacia una orientación extremadamente centrada en el usuario porque creemos que, si adoptamos esa mentalidad, nuestros productos y experiencias podrían ser mejores de lo que son actualmente y crear más valor para las personas a las que queremos servir. Esto conduciría a nuevas vías de sostenibilidad, porque la gente paga por productos y experiencias que añaden valor a sus vidas.
Puede que al leer esto pienses que ya sabemos todas estas cosas, y tendrías razón. Tenemos las pruebas. Vuelve a la primera línea de este artículo. Sabemos todo eso y, sin embargo, el cambio es dolorosamente lento. Por eso es fundamental que entendamos mejor qué dificulta tanto el cambio y cómo podemos eliminar esas barreras.
Una visión centrada en el usuario debe ampliarse a una visión centrada en las personas, para reconocer la necesidad de mostrar empatía no solo con nuestros usuarios, sino también con quienes trabajan en nuestros medios.
El cambio es difícil. Da miedo. Admitámoslo: generalmente es más fácil no cambiar en cualquier ámbito de la vida. Debemos tener en cuenta trabas como los hábitos, las frustraciones, las dinámicas de poder y los incentivos económicos, y averiguar de qué palancas podemos tirar para implantar el cambio, incluso en nuestras organizaciones, aunque no todo el mundo dentro de ellas vaya a abrazar ese cambio. Tenemos que activar un bucle de retroalimentación positiva para demostrar que cambiar será bueno para todos: usuarios, periodistas, sociedad e incluso los resultados de las empresas.
El cambio no llegará sin más si no somos capaces de explicar claramente en qué queremos convertirnos. En nuestras conversaciones, nos dimos cuenta de que si todos escribiéramos una descripción del «medio ideal», nuestras descripciones serían muy diferentes entre sí. Y no pasa nada. La cuestión no es llegar al mismo destino, sino ponernos de acuerdo en que necesitamos uno nuevo y definir los principios compartidos.
Tras nuestras dos primeras reuniones, decidimos seguir trabajando juntos por lo menos en lo que queda de 2024. Sabemos que todo esto es extremadamente complejo, y no tenemos la arrogancia de creer que podemos reinventar el periodismo solos. Pero creemos firmemente que un futuro mejor es posible si construimos un movimiento que luche cada día por estos principios y trabaje para que se adopte este cambio de mentalidad mediante conversaciones inspiradoras y ejemplos de las soluciones radicales que necesitamos.
Creemos que tenemos un papel de campaña para facilitar el cambio a todos los niveles. Desde dentro y fuera de los medios, desde nuestro staff hasta el compromiso con los usuarios, empezando por la educación periodística y haciendo que esta también esté más enfocada en las personas.
News Alchemists es como un producto en beta. La ambición que tengo como becario del ICFJ es ponerlo a prueba y entender cómo convertirlo en algo que pueda inspirar de manera significativa y facilitar un cambio positivo. Este año el objetivo no es ampliarlo: esperamos que el tamaño del grupo crezca un poco, pero no mucho. Pero en el futuro, esperamos convertir News Alchemists en algo que pueda crecer hasta convertirse en una comunidad global.
Queremos abrir esta conversación a muchas otras personas del sector. Crearemos oportunidades para eso pronto. Puedes dejar aquí tu contacto para expresar tu interés en unirte a News Alchemists y mantenerte informado sobre la iniciativa.
Gracias a los alquimistas Annika Ruoranen, Sannuta Raghu, Shirish Kulkarni, Jeremy Gilbert, Agnes Stenbom, Uli Köppen, Aldana Vales, Feli Carrique, Styli Charalambous, Martin Schori, Laura Krantz McNeill, Nick Petrie, Tshepo Tshabalala, Nikita Roy, Rishad Patel, Chris Moran, Elite Truong. Y un agradecimiento especial a Aslı Sevinc.
Este artículo fue publicado originalmente en el sitio en inglés de IJNet y fue traducido al español.
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