Distintos autores consideran que el formidable avance electrónico ha invadido cuanto toca, de manera que hay quienes creen que se ha creado un idioma a la luz de Internet. Pero Álex Grijelmo (sin año) defiende que los fenómenos lingüísticos asociados ahora a Internet ya existieron antes. De manera que si en el lenguaje de los telegramas faltaban artículos y preposiciones, en el actual lenguaje de Internet parecen haber desaparecido las oraciones subordinadas. Pero entiende que estamos ante un espejismo, no ante una causa.
De la misma manera que hay quien piensa que Internet está aportando supuestamente un caudal léxico impresionante (“bajar”, “archivo”, “comando” o “cliquear”), para él nos hallamos ante un nuevo espejismo. Grijelmo prefiere hablar de ciberlenguaje -palabra más cómoda, más adecuada para eI idioma español y que define lo mismo con mayor brevedad- que de lenguaje en la Red. Y en este sentido, señala que muchas veces el idioma se ve influenciado por las nuevas tecnologías, como ahora ocurre con Internet:
Vemos, pues, que las emociones existían en las cartas de adolescentes, que la ausencia de subordinadas ya se daba en los telegramas, que los mensajes abreviados se inventaron con la taquigrafía, que las palabras de la ciberjerga tienen su parangón y su precedente en cuantas innovaciones ha vivido el ser humano… Que no hay nada en el lenguaje de Internet que no se hubiese conocido ya en otros momentos. Salvo un hecho, realmente singular: que todas esas circunstancias que se dieron al través de los siglos, y en muy distintos campos, se registran aquí simultáneamente y en uno solo. En esto radica la potencia de Internet; en esto y en que sus millones de usuarios dan una apariencia de democratización en la Red (Grijelmo, s.a.).
Pero todavía advierte que no habrá nunca un nuevo idioma influido por la Red o por la informática:
No hay un lenguaje de Internet como no hay un lenguaje por teléfono. Sólo estamos ante un deslumbramiento. Imaginar que el idioma español no va a dar con el tiempo una respuesta a este desafío supone un menosprecio de nuestra lengua y de nuestra historia cultural. Y, sobre todo, de nosotros mismos (Ibídem).
En cualquier caso, sostiene Grijelmo, los periodistas debieran ser conscientes de la contribución que pueden aportar en la creación de palabras que permanezcan en su idioma y formen parte de él.
El lenguaje periodístico, no obstante, se adaptará a este nuevo medio, de la misma manera que el lenguaje de la prensa escrita supo amoldarse a los medios audiovisuales; primero a la radio y después a la televisión, y como ya había hecho con antelación a las agencias de noticias, y como de alguna manera también se ha sabido acomodar a los géneros informativos del periodismo institucional. Pero básicamente, el lenguaje periodístico contiene unas características elementales, que lo definen, y que se adapta, con pequeñas variantes, a todos los medios de comunicación, como son la concisión, la claridad y la naturalidad. Pero el lenguaje periodístico también es netamente pragmático, en el sentido de que debe ser eficaz, pero también es un lenguaje mixto. Armentia, Caminos y otros (2000: 183) entienden que el lenguaje en el periodismo digital debe adaptarse al nuevo canal y poner en práctica unas formas más cercanas al periodismo audiovisual que al periodismo escrito. En este sentido, entienden que este lenguaje debe reunir las siguientes características:
– Teniendo en cuenta que el espacio visual de la pantalla se circunscribe a un máximo de 25 líneas de texto (más o menos) y que los lectores de prensa digital prefieren la utilización de links que las barras de desplazamiento, recomiendan la utilización de textos más breves que los que se utilizan en la prensa escrita.
– Que los textos sean breves implica también que deberían utilizarse menos oraciones subordinadas, menos complementos en cada oración. La utilización de complementos alarga las oraciones y añade dificultad de lectura.
– La redacción debería ser, además, muy tematizada. Un texto en el que cada idea nueva se va expresando en una oración. Un texto en el que tras dos o tres oraciones referidas a un mismo tema se pasa a un párrafo nuevo que introduce un nuevo tema. Las oraciones simples, breves y tematizadas incrementan la facilidad de lectura y también la comprensión.
Pese a estos consejos, que comparto plenamente, en la práctica se puede decir que los textos periodísticos digitales deben tender y tienden a la brevedad, pero no siempre se respeta ese principio de que la longitud máxima no deba superar las 25 líneas. También es cierto que el lenguaje debe tender y tiende a la sencillez, del mismo modo que también se simplificó cuando se adaptó de la prensa escrita a los nuevos medios audiovisuales.
En cierto modo, podemos afirmar que el lenguaje periodístico que el profesional utilizará en los medios digitales mantendrá las características que definen el estilo periodístico, un estilo que además buscará nuevas posibilidades de adaptación al nuevo medio y que, presumiblemente, se situará a medio camino entre el lenguaje de la prensa escrita y el de los medios audiovisuales, porque, a fin de cuentas, este medio es un compendio de texto, imagen y sonido. Los textos serán breves, también serán breves las oraciones y los párrafos. Se simplificará la estructura de las oraciones hasta ser ágiles y ligeras pero sin llegar a prescindir de un guiño literario, de un juego de palabras o de unos gramos de ternura o de sarcasmo. Al igual que ocurrirá con el lenguaje periodístico, también los géneros se adaptarán a la Red sin demasiadas asperezas.
Del libro “Géneros periodísticos complementarios, Una aproximación crítica a los formatos del periodismo visual”, De Antonio López Hidalgo
Fuente: Revista Tinta Azul N°5 UJBM