La nueva dinámica en las redacciones (I)

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De acuerdo a lo planteado por Miguel de Moragas Spa, en su libro “Entender la Comunicación”, uno de los efectos de la irrupción de la tecnología en la vida de las personas es la desubicación de las actividades; es decir, que en muchos casos, por ejemplo en la labor informativa, ya no se necesita estar en un espacio físico determinado, un lugar específico, para realizar una que otra tarea. El e-trabajo y el e-estudio (el trabajar o estudiar sin estar presente en un centro de labores o en un aula) y el e-mail (enviar-recibir un correo sin acudir a la oficina postal y sin usar materiales tangibles) son muestras de ello.

Si llevamos esta nueva condición de las actividades humanas al plano periodístico, podremos aproximarnos a la descripción de los principales cambios que se están dando en lo que se refiere a la labor cotidiana en una Redacción en tiempos de Internet, más allá de la plataforma (impresa o digital) en la que se vaya a publicar. Este texto pretende revisar esto, en cada etapa del proceso de producción periodística, a partir de la experiencia del diario “La República”.

LA COORDINACIÓN

Hay una pregunta que, sobre la coordinación inicial al empezar el día de un reportero, suele hacerse en estos tiempos de uso de la tecnología en el periodismo: ¿Necesita el periodista, sea cual fuere su función en el diario, estar en la redacción para empezar su jornada? La respuesta, yendo al extremo de la sofistificación, sería no, pues -como veíamos en los párrafos anteriores- gracias a la tecnología todo se puede hacer desde cualquier lugar; sin embargo, veremos que, como en tantos otros ámbitos de la vida y sobre todo en el periodismo, el contacto físico y la conversación directa son y serán siempre gravitantes.

Antes de Internet, la actividad del reportero se iniciaba –en un día cualquiera- en la Redacción revisando el Cuadro de Comisiones (una hoja de papel pegada por el Jefe de Informaciones en el tablón de mensajes de la Sección) para conocer las tareas asignadas para el día, y luego el periodista procedía a leer las publicaciones de la competencia y a hurgar en el Archivo (repositorio de publicaciones propias y ajenas) los antecedentes necesarios para desarrollar mejor la investigación encargada. Era imprescindible también la reunión, aunque sea al paso, con la Jefatura de Información para coordinar el ángulo. En algunos casos también había que estar en la Redacción para contactar por teléfono, con las fuentes respectivas antes de salir a la calle al encuentro con ellas.

Si bien es cierto que la aparición del teléfono, alámbrico primero y ahora celular, permitió realizar las coordinaciones del reportero con sus superiores acortando distancias y sin mediar un encuentro físico (recordemos que la aparición del teletipo generó el surgimiento del ‘reportero’: alguien que viaja a algún lugar para desde ahí enviar su ‘reporte’), el uso del Smartphone abrió otras posibilidades para él, como recibir la comisión asignada y las indicaciones específicas en un correo electrónico o en un mensaje de WhatsApp; pero también la de poder usar la conexión a Internet para acceder al buscador de información digitalizada mientras se llega a la sede del medio de comunicación o se va directamente a la comisión, e incluso para contactar con la fuente a través, ya no solo de una llamada telefónica, sino también por medio de correos electrónicos o mensajes dejados en las casillas privadas en sus cuentas de redes sociales. Todo esto desde cualquier lugar.

Si esto es así, ¿por qué, en muchos medios, se sigue requiriendo al reportero que, salvo casos excepcionales, inicie su jornada desde la Sala de Redacción? Fundamentalmente porque, de acuerdo a la experiencia, la tecnología puede ser muy útil en situaciones simples o excepcionales, pero cuando se requiera profundizar y optimizar la precisión de lo que se ha asignado reportar, siempre va a ser mejor una coordinación periodística cara a cara y la revisión del archivo periodístico en físico. Además, sobre este último punto, debe recordarse que buscadores como Google solo permiten acceder a materiales digitalizados; sin embargo, no toda la información que pueda resultar útil está en esa condición. Es probable que en muchos casos la información que se necesite para una contextualización más completa de cualquier comisión periodística no esté en el almacén digital de contenidos (en la ‘nube’, como popularmente se le alude) pero sí en el archivo propio de publicaciones impresas y de registros en video o audio, esa hemeroteca particular que todo medio de comunicación suele preservar.

Fuente: Revista Tinta Azul N° 6 UJBM

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